lunes, 24 de octubre de 2011

No hace mucho que vengo pensando en todo lo que dejé atrás por amor, en  cómo mis decisiones cambiaron mi vida, mi historia...y ese amor se alejó  sin darme cuenta y sin saber el motivo, aunque siempre lo imaginé. Fue el primer aprendizaje que me mostró la vida...  muy de frente, con dureza, sin piedad, me arriesgo a decir, pero con la certeza de que todo tenía un porqué, el mensaje era, dar dar dar dar hasta el cansancio ama hasta que los huesos duelan y sigue dando y muestra la mejor cara y sostén la mirada con dulzura. Muéstrate humilde, se valiente, perdona y sigue amando aunque  llores de dolor por haberlo pedido porque ese es el verdadero sentido de la vida. Si, el amor es sufrimiento porque se desprende algo de nosotros para dárselo al otro pero si no quieres sufrir entonces no ames y después date cuenta como sigue la vida sin el.
Hoy leí algo que me hizo recordar todo esto y dice así:

¿Te has fijado cómo se consume la vela? Da luz, disipa tinieblas, pero a costa de su propia existencia, se va consumiendo, deshaciendo, desapareciendo... Cuando más luz da, menos le queda para ella.
Y cuando ya no puede ser útil, deja de existir.
Así tenemos que ser nosotros: debemos dar luz a costa de nuestra muerte total.
Este ha de ser nuestro programa de vida : dar la felicidad a los otros, aunque ello suponga que nosotros nos deshacemos y desaparecemos.
Cuando la madre da la vida a su hijo, pierde algo de sí; pero ella no desaparece del todo; queda en su propio hijo; en su hijo cobra nueva vida, más joven, más llena de posibilidades.
Es hermoso llegar al final de la vida teniendo conciencia de que nos hemos consumido por el bien de los demás.

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